Escribir sobre viajes parece fácil, es fácil, si sabes cómo. Leo “ciudades mágicas” o “rincones con encanto” y quiero colgarme de un pino piñonero. Por qué no me dices qué es lo que tiene de mágica la ciudad. ¿El cielo estrellado? ¿El tranvía que atraviesa la avenida al amanecer? Qué sé yo. Pero no está bien que todas las ciudades sean mágicas porque entonces llévame a las ciudades de muggles. O “una ciudad que contrasta lo antiguo y lo nuevo”. Dime, te suplico: cuál es ese contraste. ¿Es una catedral al lado de un co-working? ¿Un Tesla aparcado frente a un caballo también aparcado? Las palabras son como las monedas, se gastan. Y en muchas revistas de viajes se deben haber quedado sin monedas.
¿Han oído hablar de las metáforas muertas? Pues las hay. Y ya no sirven. “El frío me caló hasta los huesos” fue una frase genial las cinco mil primeras veces que se escribió. Hoy no cala nada. ¿Los hermosos atardeceres? Ya basta. Los adjetivos tienen miedo. Pónganles detrás de los sustantivos, para que se sientan protegidos. Y así muchísimas formas de escribir mal. Escribir bien no tengo tan claro qué es, pero escribir mal, escribir mal es muy evidente.
Entonces, cuando uno se cruza con alguien que escribe sobre viajes y se toma en serio la parte de escribir, lo lee. Es así. Entonces leo a Anabel Vázquez y disfruto de lo leído. No es una montonera de selfies (también hay selfies con palabras, sí), y de lugares comunes y de meticulosa nadería. Es escritura de viajes. O escritura desde el viaje. O escritura. Y eso está bien. Y eso vive en las revistas, en algunas, y eso leo cuando leo sobre viajes.
Cómo escriben las que escriben: Anabel Vázquez
1. ¿Cuándo escribes?
No sacralizo el momento de escribir. Lo hago cuando necesito hacerlo esté donde esté: en mi casa, en el aeropuerto, en un café, en la habitación de un hotel. A ver, no nos pongamos exquisitos: Cervantes escribió El Quijote en la cárcel, claro que nadie es Cervantes. Leo (que es como escribir pero sin mover los dedos) con facilidad. Reconozco, sin embargo, que mi momento cumbre del día, mi prime time, son las primerísimas horas de la mañana, así que encuentro mucho placer en abrir el portátil y escribir con legañas, gafas y café.
2. ¿Cuánto tiempo le dedicas?
El que tenga. A veces, en solo diez minutos escribo algo de lo que no me arrepiento. Soy incapaz de hacerlo durante muchas horas seguidas, me deja vacía.
3. ¿Cómo? ¿Te pones música? ¿En silencio? ¿Puedes escribir en un bar?
Escribo en portátil. Si estoy en casa, lo hago sin música, podcasts ni televisión de fondo. Si estoy fuera y no controlo el entorno me dejo llevar. Tengo una buena capacidad de concentración (y no me explico la razón, porque vivo en el despiste permanente): paso de 0 a 100 en segundos.
4. ¿Dónde compras libros? ¿Una librería favorita?
Vivo en el centro de Madrid y tengo la suerte de tener cerca librerías como Tipos Infames o la Machado. Me gusta prestar y que me presten y recurro con frecuencia a ese triunfo de nuestra sociedad llamado biblioteca pública.
5. ¿Tienes una tipografía/fuente predilecta?
Cualquiera que tenga serif. Por ejemplo, he cambiado este cuestionario, que estaba en Calibri, a una Times. Me da paz.
6. ¿Qué disparadores de escritura tienes? ¿Qué te pone a escribir?
No creo mucho en la motivación, pienso que surge de la acción. Me anima no saber nada sobre un tema y verme obligada a investigar. La ignorancia es un gran disparador para mí y, como la mía es infinita, suelo tener mariposas en el estómago con frecuencia. También me impulsan el plazo de entrega, la tarifa y la vanidad. No hay mucha poesía en esa respuesta, lo siento.
7. ¿Cuándo, dónde o cómo se te suelen ocurrir ideas?
Caminando, duchándome, estando lejos del Word. El dolce far niente está lleno de ideas, por eso lo persigo y lo protejo. Es un tema muy serio para mí.
8. ¿Como quién te gustaría escribir?
Como miles de escritores y escritoras. Quisiera el genio y las ganas de jugar de Cortázar, la capacidad de manejar el lenguaje de García Márquez o Salman Rushdie, la maravilla de Gloria Fuertes y Lorca, el poso de Muñoz Molina, la capacidad de emocionarme de Leila Guerriero o de la Szymborka, la precisión de Annie Ernaux, Joan Didion o Delibes, la ambición de Cercas, el genio de Carrère, la capacidad de describir de Galdós, la maestría de Juan Gabriel Vásquez y el poderío de Quintero, León y Quiroga. Y podría seguir.
9. ¿Qué talento -cual sea- te gustaría tener?
Quisiera saber cantar (bien). Lo haría sin parar. Sería fantástico, también, poder identificar muchas flores y plantas y nadar durante mucho tiempo sin cansarme. Y hacer todo eso en el mismo día.
10. ¿Un poema o canción que te haga llorar?
No puedo leer sin que se me encoja el corazoncillo la carta que Lorca escribió a su familia rodando que le permitieran vivir en Madrid; sí, la de “Yo he nacido poeta y artista como el que nace cojo, como el que nace ciego, como el que nace guapo. Dejadme las alas en su sitio que os respondo que volaré bien”. ¿Canciones? “Mañana”, de Silvia Pérez Cruz
11. ¿Qué haces cuando sientes que lo que escribes no tiene sentido o valor?
Sigo escribiendo.
12. ¿Cómo imaginas tu trabajo ideal?
Mmm, para mí es un oxímoron. Pese a que me gusta mi trabajo (cómo no), mi ideal sería el no -trabajo: poder dedicarme a leer, escribir, ver películas y tomar aperitivos cerca de un olivo y con una piscina cerca. Mi mundo interior me tiene siempre ocupadísima. Sin embargo, dado que he de comer cada día, debo ganar dinero. Hace poco supe que Fréderic Laffont tuvo acceso durante dos años a los archivos de Hermès para escribir La casa de los artesanos y pensé: “eso ha debido ser un sueño”. Otro trabajo que me interesaría sería uno relacionado con la Historia de la Moda o cualquiera que no tenga KPIs.
13. ¿Qué te separa de ello?
La vida, imagino.
14. ¿Por cuánto dinero -mínimo- lo harías?
Yo pienso como Concha Piquer: “si no gano dinero no me divierto”. ¿Una excepción? Responder este cuestionario.
15. ¿Un/a periodista que leas con frecuencia? ¿Un/a escritor/a? ¿Una newsletter?
Leo a Leila Guerriero, Jabois, Manuel Vicent, Jacinto Antón, Raquel Peláez, Guillermo Alonso, Karelia Vázquez, Elvira Lindo, Sergio del Molino. Me encantan las newsletters de Anne Helen Petersen, la de Carmen Camacho (Flecha), la de Alberto Rey y la de Paloma Abad (Pretty in Pretty Out). Y, por supuesto The Wirecutter y NYTimes Cooking.
16. ¿A qué medios/creadores estás suscrito? ¿Cuáles pagas?
El País, El Mundo, New York Times y The New Yorker. A veces, Business of Fashion.
17. ¿Cuánto crees que habría que cobrar por un reportaje, una crónica, un artículo, una columna? Elige una o todas.
Lo justo y un poco más de lo necesario. Cuestan mucho.
18. ¿Cuánto es lo menos que te han pagado por escribir algo? ¿Y lo más?
Cero. Y lo más siempre ha sido en medios extranjeros o para empresas.
19. ¿Cuál sería el título de tu autobiografía?
“¿Dónde está mi móvil?”
20. Si tu escritura fuera un plato de comida, ¿qué sería?
Me encantaría decir que un plato de pasta all´arrabiata, una de mis comidas favoritas, picante y enrabietado, pero es más parecida a un gazpacho sin ajo: una mezcla refrescante de distintas verduras, que se puede tomar bebido o con cuchara, solo o con guarnición.
21. Si pudieras cenar con tres escritores/as (vivos o muertos), ¿a quiénes elegirías y por qué?
Cenaría con Jane Austin (“Jane, ¿cómo lo hacías”?), con Billy Wilder, porque adoro las películas que escribió y con Cortázar. Y uniría a esa mesa a Lorca y a Gloria Fuertes.
22. ¿Qué consejo te hubiera encantado recibir cuando empezaste a escribir?
No seas tan miedosa. Ahora ya es tarde.
Bolas extra:
23. Estás en una habitación con 100 personas, ¿en qué crees que eres el mejor o el peor?
Soy la peor a la hora de realizar cualquier tarea práctica, verbigracia: comprar una barra de cortina, un billete de avión, una gestión administrativa, una llamada a una compañía telefónica. Tengo serios problemas a la hora de relacionarme con la realidad física. ¿La mejor? Tengo buen pelo y soy muy buena “leyendo” a la gente.
24. Tu cielo ideal (en el sentido de vida después de la vida. ¿Cómo te gustaría vivir tu eternidad?)
Con mi familia, algunos amigos, algún amor, pasta all´arrabiata y piscinas.
25. ¿Qué prefieres: pelear todos los días de tu vida contra una gallina o una sola vez -no sabes cuándo- contra un gorila?
¿Puedo elegir no pelear?
26. ¿Si estás al borde de un barranco/balcón/precipicio temes caerte o tirarte?
He leído la pregunta y me he puesto enferma porque no puedo ni asomarme a una ventana. Lo temo todo: vivo en un permanente estado de temor, pero no se me nota.
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Me ha encantado la entrevista, conocer a Anabel un poco más a fondo y coincidir con ella en algunas cosas. Pero he de decir que lo que más destaco en esta publicación es la introducción. Es la primera vez que leo algo tan sincero públicamente. Algo que yo guardo por temor a ofender. Lo importante que son las palabras. Las frases manidas y gastadas que se siguen usando. En fin no digo más.
Solo, gracias ☺️
Elisa, me alegra que compartas estas ideas. Gracias por leer!