En este texto: Diario del trópico (XV): quedarse callado en portugués, que escribí hace un año para Traveler, incluí a Xacobe Pato junto a Clarice Lispector, Zambra, Sábato, Luis Sepúlveda, Leila Guerriero, Juan Villoro y Dostoyevski y dijo que ver su nombre en esa lista era la idea más desquiciada de los últimos meses.
No puedo negar que me salí de mi quicio hace tiempo y que su libro Seré feliz mañana fue uno de mis favoritos del año pasado (no salió el año pasado, pero yo lo leí el año pasado), al calor del trópico y el profundo duelo de quién sabe qué asunto que no resuelvo. Lo leí un par de veces, entre Cali, Bogotá y Salvador de Bahía -“donde a otro diste el amor que hoy, yo, te devolvería”- con la melodía sostenida de no saber qué me pasaba: “el verdadero dolor es indecible. Si puedes hablar de lo que te acongoja estás de suerte: eso significa que no es tan importante. Porque cuando el dolor cae sobre ti sin paliativos, lo primero que te arranca es la palabra”. Rosa Montero.
Y por suerte ya sé enunciar mis quejumbres. Durante el último año, el último viaje, me agarraba a algunos de sus párrafos como quien bebe agua salada por desesperación: sabiendo que no sacia, pero al menos humedece los labios.
A estos, por ejemplo:
“Una mañana de hace ya un tiempo, A. y yo discutimos por el reparto de las tareas de la casa (o por cualquier otra cosa). Nos enfadamos a primera hora, por Whatsapp. Creo que no usamos ni emojis, y todo el mundo sabe que una discusión sin emojis es un indicio terrorífico: los emojis funcionan en las conversaciones entre adultos como el suelo acolchado en los parques infantiles. Cuando A. llegó a casa a mediodía yo ya había comido y estaba tumbado en el sofá del salón viendo un capítulo divertidísimo de Master of None. Ella se preparó algo, comió en la cocina y se fue a la habitación sin pasar por el salón, ni a saludar. A mí aquello ya me pareció el colmo (ojo). Se inició entonces una guerra fría doméstica, silenciosa. A las cuatro todavía no habíamos hablado y a mí me quedaba poco para irme a trabajar. Yo ya daba el día por perdido cuando A. me escribió un mensaje: «Como no vengas a arreglarlo conmigo antes de irte quito nuestra foto del perfil de Whatsapp». Y antes de que me diera tiempo a reaccionar, otro: «Y encima no paras de reírte». Creo que nunca la había querido tanto.
(Conviene no escribir demasiado sobre A.: no se vayan a enamorar de ella).
«Yo creo que el amor es algo complejo que empieza cuando conoces a alguien cuyo cuerpo parece que llevase años preguntando por el tuyo». Nadie ha definido el amor como José Luis Alvite, compostelano mítico, empleado de banca de día, periodista de noche. «El amor es algo muy resistente; se necesitan dos personas para acabar con él», decía también”.
Cómo escriben los que escriben: Xacobe Pato
1. ¿Cuándo escribes?
Mis costumbres de escritura han variado según la época y lo que esté haciendo para ganarme la vida. Hace unos años escribía los domingos y cuando tenía un rato libre aquí y allá el resto de la semana. Luego dejé de escribir durante una buena temporada por un colapso mental. Ahora escribo más bien por las mañanas.
2. ¿Cuánto tiempo le dedicas?
A la parte de escribir que consiste en teclear hay días que no le dedico ni cinco minutos y días que pierdo la noción del tiempo delante del ordenador y las libretas: supongo que esta indisciplina es el camino más recto para no llegar nunca a ser un gran escritor. A la parte de escribir que consiste en mirar, casi todo el rato.
3. ¿Cómo? ¿Te pones música? ¿En silencio? ¿Puedes escribir en un bar?
Desde hace unos meses tengo un despacho con la mayor parte de mis libros rodeándome y unas pocas fotos encima del escritorio que intento que sea una suerte de refugio de escritura, aunque todavía no he conseguido hacerlo mío del todo. Escribo casi siempre con música que a mi juicio tenga el tono de lo que trato de escribir. Playlist que generalmente tienen una energía horny o sad o una mezcla de ambas, porque como dijo Carmen S “los hombres producen su mejor arte o bien desde la más melancólica desesperación o bien estando profundamente cachondos”. Puedo escribir en un bar, pero en un bar prefiero beber. Estoy más cómodo escribiendo en bibliotecas, aunque mole menos.
4. ¿Dónde compras libros? ¿Una librería favorita?
Sobre todo en Cronopios, en Santiago de Compostela, la librería en la que trabajé ocho años, pero a veces también en Numax, que además de librería es mi cine favorito. En A Coruña me gustan Berbiriana, Moito Conto y en especial Formatos.
5. ¿Tienes una tipografía/fuente predilecta?
Arial, pero más por costumbre que por amor verdadero. Ni siquiera le guardo una fidelidad demasiado rigurosa.
6. ¿Qué disparadores de escritura tienes? ¿Qué te pone a escribir?
La envidia. Leer a alguien y pensar: quiero ser como él. También algunas pelis, algunas canciones, algunas risas, algunos deseos y algunos traumas.
7. ¿Cuándo, dónde o cómo se te suelen ocurrir ideas?
Cuando estoy en movimiento: caminando, corriendo, nadando, leyendo, en el cine, en el tren, conduciendo.
8. ¿Como quién te gustaría escribir?
Como una improbable mezcla entre Junot Diaz y Álvaro Cunqueiro.
9. ¿Qué talento -cual sea- te gustaría tener?
Tener el sentido narrativo de esos pocos elegidos que saben contar anécdotas en una sobremesa.
10. ¿Un poema o canción que te haga llorar?
Luz de luna, de Chavela Vargas.
11. ¿Qué haces cuando sientes que lo que escribes no tiene sentido o valor?
Publicarlo y buscar desesperadamente la validación de los otros.
12. ¿Cómo imaginas tu trabajo ideal?
Viví durante algunos años de vender los libros de otros y siempre he imaginado que sería estupendo vivir de que otros vendieran los míos, aunque vete tú a saber.
13. ¿Qué te separa de ello?
Publicar libros con una cierta cadencia.
14. ¿Por cuánto dinero -mínimo- lo harías?
No necesito mucho pero cuanto más mejor.
15. ¿Un/a periodista que leas con frecuencia? ¿Un/a escritor/a? ¿Una newsletter?
Columnistas que suelo leer: Elvira Lindo, Enric González, Lorena G. Maldonado, Leila Guerriero, Juan José Millás, Arcadi Espada, Manuel Jabois, Anna Pacheco, Emilia Landaluce, Juan Tallón, Juan Manuel de Prada.
Escritores de los que leo todo: Carrère, Houellebecq, Marta Jiménez Serrano, Alejandro Zambra, Javier Cercas, Milena Busquets.
Estoy enganchado desde hace poco a la newsletter de Paula Willems, me parece que tiene mucha gracia.
16. ¿A qué medios/creadores estás suscrito? ¿Cuáles pagas?
Estoy suscrito a un montón de newsletters desde que mi amiga Xulia Lomba me dijo que molaban porque se acaba de hacer una.
17. ¿Cuánto crees que habría que cobrar por un reportaje, una crónica, un artículo, una columna? Elige una o todas.
Lo que se pagaba hace treinta años.
18. ¿Cuánto es lo menos que te han pagado por escribir algo? ¿Y lo más?
Me han llegado a pagar con agradecimientos más bien sobrios y palmaditas virtuales en la espalda. Lo más que me han pagado, en proporción al esfuerzo y número de caracteres, ciento y pico euros por un tuit.
19. ¿Cuál sería el título de tu autobiografía?
Dudo que la escriba, que me parece un muy buen título.
20. Si tu escritura fuera un plato de comida, ¿qué sería?
Ojalá entrecot, pero me conformaría con unas croquetas: algo popular, sencillo, que guste a todo el mundo menos a algún enterao.
21. Si pudieras cenar con tres escritores/as (vivos o muertos), ¿a quiénes elegirías y por qué?
Moriría por cenar con Paco Umbral y Lola Flores. Cuando quiero tranquilizarme me refugio en una conversación de los dos que encontré hace años en youtube.
22. ¿Qué consejo te hubiera encantado recibir cuando empezaste a escribir?
No vayas a cenar con escritores vivos.
Bolas extra:
23. Estás en una habitación con 100 personas, ¿en qué crees que eres el mejor o el peor?
Soy muy bueno abriendo cervezas con cualquier cosa y creo que es mi rasgo más sexy. Sería el peor moviéndome entre los corrillos que suelen formarse en las habitaciones llenas de gente.
24. Tu cielo ideal (en el sentido de vida después de la vida. ¿Cómo te gustaría vivir tu eternidad?)
En un pueblo gallego con playa, siempre en verano, que en Galicia abarca las cuatro estaciones.
25. ¿Qué prefieres: pelear todos los días de tu vida contra una gallina o una sola vez -no sabes cuándo- contra un gorila?
El gorila y que sea lo que Dios quiera. No estoy yo para andar a hostias con una gallina todos los domingos.
26. ¿Si estás al borde de un barranco/balcón/precipicio temes caerte o tirarte?
Temo algo a medio camino entre caerme y tirarme: precipitarme.
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Juanjo, me ha gustado mucho
Siempre estimulante leer a otros escritores a chupitos