Jaime es un escritor que nació en los pirineos catalanes y vive en la cordillera andina, en Bogotá. Desde allí escribe. Desde allí contesta el cuestionario que le propongo. Una sección nueva en la newsletter, los domingos, para compartir el desquicio de escribir. “Cómo escriben los que escriben”. 26 preguntas.
“Mi verdad es la mentira que he escrito”, fue una de las primeras frases que escuché de Jaime, en un podcast donde le entrevistaban, hace un año y unos meses. El podcast duraba apenas una hora, y una hora estuve apretándome los auriculares en los oídos, para no perder palabra, con la sensación de que Jaime me hablaba a mí, o hablaba de mí, o hablaba de cosas que me habían pasado, de partes de mi vida, de partes olvidables, inquietantes, de partes.
Escuché el podcast dos veces seguidas. Y cuando terminé le escribí un mensaje, medio largo: “Voy a Colombia y me gustaría conocerte”, era la idea principal. Así fue. Jaime masticaba un palillo -había dejado de fumar- la tarde que nos conocimos en una librería del norte de Bogotá. Creo que llovía. Creo que tomé dos cafés. Y que contuve mis ganas de fumar hasta que estuve a muchas cuadras de él. Jaime escribe novelas sobre las esquinas de la identidad, de la mente, quién soy, quién creo ser, ¿soy esa voz que habla conmigo mismo?, también escribe sobre escribir: “Escribir es mejor que hablar. Si escribes ya no tienes que hablar. Puedo poner a todo el mundo en su sitio sin meterme en una discusión. Puedo plantarle cara a quien sea, hasta a la vida misma” (Una persona perfecta. Ed. Seix Barral).
Jaime es un tipo cariñoso.
Cómo escribe Jaime Arracó Montoliu
1. ¿Cuándo escribes? Siempre. Es una mezcla de condena, imposición y necesidad.
2. ¿Cuánto tiempo le dedicas? Podría decirse que la vida entera.
3. ¿Cómo? ¿Te pones música? ¿En silencio? ¿Puedes escribir en un bar? Me siento, abro el ordenador y empiezo. Casi siempre con música. Aunque si estoy irritable, prefiero el silencio. Quiero creer que puedo escribir en cualquier lugar y bajo casi cualquier circunstancia. Pero ya estoy acostumbrado a escribir en casa después de haber dormido bien. Y otros dos o tres lugares que no son públicos. Para imprevistos, y para no perder la cabeza por no poder escribir algo en el momento que quiero y por tener la certeza de que lo olvidaré para siempre, llevo libretas y al menos una pluma encima.
4. ¿Dónde compras libros? ¿Una librería favorita? Compro más libros de segunda mano que novedades. Sin embargo, las últimas compras las hice en La Lumbre y en Arrebato Libros, en Madrid, y en Bukz, en Bogotá. En Bogotá, que es donde vivo, voy mucho a la Librería Quevedo. Para novedades, por comodidad, Lerner y Fondo de Cultura Económica.
5. ¿Tienes una tipografía/fuente predilecta? Por supuesto, Times New Roman, 12 puntos a doble espacio.
6. ¿Qué disparadores de escritura tienes? ¿Qué te pone a escribir? Creo que la proyección de verme escribiendo una novela me lleva a escribir. Volver a la idea de pasar muchos meses dentro de una novela que no existe, me parece tan atractiva que escribo para que eso siga pasando. A pesar de no tener una historia clara, o una voz clara. El hecho es que si estoy escribiendo no me meto en líos. Leer me lleva a querer escribir, es fundamental. Cuando no tengo nada, igualmente me obligo a empezar y una vez que estoy sentado en el despacho, aparecen las palabras. Cuando soy presa de la desesperación, salgo a caminar para verme fuera y soñar con volver a casa a escribir. Y luego, pues como todos, traduzco recuerdos, imagino cosas que no pasaron. Pruebo a vivir de otra manera gracias a las palabras. Intento inventar maneras de hablar en silencio.
7. ¿Cuándo, dónde o cómo se te suelen ocurrir ideas?
No lo tengo claro. Pero he de estar despierto, o sea, atento a la vida. Al cielo, a la gente, a los ruidos, a los ojos.
8. ¿Como quién te gustaría escribir? Como Jhumpa Lahiri, o como J.M.G Le Clézio. O como José María Gironella. Imagínate como los tres juntos.
9. ¿Qué talento -cual sea- te gustaría tener? Ser un virtuoso del piano o del violín.
10. ¿Un poema o canción que te haga llorar? No lloro mucho, más bien lloro muy poco, pero Woman, When I’ve Raised Hell, de Josh T Pearson, puede ser la canción indicada. Y el poema, El infinito, de Giacomo Leopardi.
11. ¿Qué haces cuando sientes que lo que escribes no tiene sentido o valor? Seguir escribiendo para olvidarme de esa idea. Idea, por lo demás, constante, como bien sabes.
12. ¿Cómo imaginas tu trabajo ideal? Idealmente no trabajo. Es descorazonador comprobar que escribir novelas no es considerado un trabajo. En todo caso, trabajar con jóvenes me parece algo muy pertinente.
13. ¿Qué te separa de ello? Cuando estoy empleado, nada, cuando no estoy empleado, me separa un contrato. Que alguien piense que la literatura es importante.
14. ¿Por cuánto dinero -mínimo- lo harías? Ojalá fuera más del que me pagan. Pero no me gusta hablar de dinero.
15. ¿Un/a periodista que leas con frecuencia? ¿Un/a escritor/a? ¿Una newsletter?
Eduardo Lago.
John Maxwell Coetzee.
No leo newsletter.
16. ¿A qué medios/creadores estás suscrito? ¿Cuáles pagas? Ninguno.
17. ¿Cuánto crees que habría que cobrar por un reportaje, una crónica, un artículo, una columna? Elige una o todas. Hay muchas variables. En cualquier caso, sería más de lo que se cobra, pero no sabría decir cuánto.
18. ¿Cuánto es lo menos que te han pagado por escribir algo? Cero. ¿Y lo más? No recuerdo, pero no mucho comparado con otras profesiones.
19. ¿Cuál sería el título de tu autobiografía? Tengo tres opciones. Hombre sencillo, como la canción de Will Oldham. Ordinary Man, como la canción de Eels. O, finalmente, Madman, como la canción de Sean Rowe.
20. Si tu escritura fuera un plato de comida, ¿qué sería? Steak tartare, con pan de hogaza.
21. Si pudieras cenar con tres escritores/as (vivos o muertos), ¿a quiénes elegirías y por qué? Preferiría salir a dar un paseo por el campo con Robertson Davies. Tal vez es el único de mis ídolos que he querido conocer. A los otros prefiero no conocerlos. Él vale por todos. Quisiera que me enseñara a escribir teatro y a imaginar mejor y a ser más sofisticado y profundo. Pero no cenaría con él, porque cenar sin beber no tiene mucho sentido. Pero pasear y picar algo de día, seguro que sí. Me sentaría debajo de un árbol a hablar con él.
22. ¿Qué consejo te hubiera encantado recibir cuando empezaste a escribir? Estuvo bien que muchos me desalentaran porque así es más fácil sobrellevar la angustia de la completa soledad de la escritura. Recibí un consejo valioso que decía: “No pasa absolutamente nada cuando publicas una novela, no cambia nada.” No se equivocaba. Ni cuando publicas dos. El espacio que intentamos llenar sigue estando vacío.
Bolas extra:
23. Estás en una habitación con 100 personas, ¿en qué crees que eres el mejor o el peor? Me creo que sufriendo soy el mejor, pero en realidad soy el peor.
24. Tu cielo ideal (en el sentido de vida después de la vida. ¿Cómo te gustaría vivir tu eternidad?) Escribí esto en un libro, a lo mejor pienso así: “Y de nada sirve hacerse ideas sobre un lugar en el que tal vez no haya ideas.” Pero si se tratara de sentir, me gustaría que fuera euforia. Yo que en vida busco paz.
25. ¿Qué prefieres: pelear todos los días de tu vida contra una gallina o una sola vez -no sabes cuándo- contra un gorila? Contra un gorila, quién quita que él tenga un mal día y yo uno bueno. Alcanzaría la gloria.
26. ¿Si estás al borde de un barranco/balcón/precipicio temes caerte o tirarte? Tengo mucho miedo a decidir tirarme sin saber muy por qué.
A modo de celebración de esta nueva sección literaria:
Tengo un libro bien nuevecito para sortear: Armas, gérmenes y acero, de Jared Diamond. Me lo recomendaron hace unos años en un pueblito del sur de Panamá, en Metetí: un campo de Médicos Sin Fronteras recibe a los migrantes que cruzan el Tapón del Darién: diez días y diez noches con la ropa mojada por la lluvia y la humedad, embarazadas, viejos, niños, serpientes, grupos armados, narcotraficantes y los ojos del horror.
En esos años yo me preguntaba por el origen de las desigualdades, del desarrollo: ¿por qué fue Pizarro el que capturó a Atahualpa y no Atahualpa el que cruzó los mares y capturó a Carlos I? ¿Por qué la historia fue de la manera que fue? ¿Pudo haber sido diferente? Bueno, un buen tipo que trabajaba en ese campo de MSF me dijo que en Armas, gérmenes y acero podría encontrar respuestas. Algunas hay, en sus casi 600 páginas.
(Los que hayan llegado hasta aquí, solo tienen que comentar y compartir este post y en unos días, el miércoles, diré quién ha ganado y se lo mandaré a casa. O se lo entregaré en mano si vive en Madrid).
Esta entrevista de domingo es otro regalo a tus lectores y, para ti, una eficaz forma de mantener el viaje interminable. Desde tu asentamiento en Madrid sigues ampliando horizontes. Abrazo, Juanjo.
Maravillosa sección!
Gracias por la iniciativa; esperando la siguiente entrada.
Y a Jaime quiero agradecerle el compartir ese consejo: No pasa absolutamente nada cuando publicas una novela, no cambia nada. Algo se me ha suavizado al leer esta frase.