J. tiene nueve años y quiere ser conductor de chivas -esos autobuses abiertos y coloridos. Dice que su mamá es lo que quiere para él.
- Pero ¿tú qué quieres ser?
La respuesta es la misma.
- ¿Estás seguro?
Le brindo una última oportunidad. Y termina diciendo, no sé si medio obligado por la insistencia, que también quiere ser futbolista. Quizá solo quiera callar al extraño molestón y preguntón que acaba de llegar a su casa.
Su casa está donde se acaban los caminos, donde empiezan los cultivos ilícitos. Allá lejos, allá en lo alto, allá, más allá. Siempre falta un poco para llegar a su casa: su casa sin puertas ni agua caliente. Su casa con huecos-ventanas por donde el cielo, inmenso, nos mira.
La madre cocina arroz y pasta. J. no ha ido a la escuela porque tiene gripe. Estos días está haciendo frío, el termómetro no pasa de 24 grados, la lluvia abunda, y hay una ola de niños y niñas enfermos. La madre se ocupa y preocupa de que J. no salga descalzo, fuera hay mucho barro, dentro también hay. J. medio obedece medio no y, entre toses, empieza a sacar sus cuadernos de la escuela. Ojeo el de inglés: un dibujo del cuerpo humano con flechitas apuntándolo. Donde apunta la rodilla dice hip; donde apunta el pecho, Knee. Apenas hay páginas escritas. Igual en el de matemáticas. Ha sacado varios cuadernos y empieza con los juegos, antes del segundo puzle le detengo. Le digo que se siente y le pregunto si sabe de dónde soy. El niño mira hacia arriba, piensa, y responde que de Bogotá. Mi acento, mi piel, mis palabras no son como las suyas, son extrañísimas, así que debo ser de Bogotá, del lugar más lejano que se le ocurre, de esa capital remota y misteriosa.
Su cara cambia cuando le digo que soy español. Sus ojos se dilatan y su mirada se atemoriza. Su profesora les ha dicho que los españoles somos malos, y lo cree de verdad. Incluso murmura mamá, como buscando ayuda. Me asusta su susto. Le calmo como puedo. “Voy a ir a hablar con tu profesora y a conocer a tus compañeros, así podéis comprobar que los españoles somos buenos”, digo cuando se tranquiliza, pero no termino de creérmelo.
Foto: @carmenn_dur
Importante saber que tiene 9 años. Que tiene tiempo para desaprender todo aquello que no quiera.
Y qué importante también que lograses visitar esa escula. Enhorabuena por las elecciones 💋
Es posible que algunos Españoles no lo fueran .
Tú , no hay duda , sí lo eres !