28/03/2023
Un diario nuevo. La justicia histórica indica que debería llamarse Diario olmeca, pero como los mexicas, los aztecas también llegaron a estas tierras, y yo no tengo ningún afán de historiador, la licencia es legítima: Diario azteca, por fin.
Es bien sabido lo que sucedió durante la conquista, el acero y los gérmenes que trajeron los barcos desde ese terruño en el sur de Europa mutilaron el continente, lo transformaron. Unos centenares de hombres, guiados por Hernán Cortés, libraron batallas y cruzaron montañas hasta llegar en 1521 a Tenochtitlan, lo que ahora es Ciudad de México. La historia hubiera sido otra si no hubieran contado con el apoyo de muchos de los pueblos que sufrían el cacicazgo de los aztecas, de Moctezuma.
Moctezuma era conocido por su buen comer, en su mesa nunca faltaban los alimentos más frescos y coloridos. La costa más cercana de Tenochtitlan estaba a 400 kilómetros. Un equipo de corredores hacía relevos para llevar el pescado del día hasta la mesa del emperador.
29/03/2023
Enrique Vila‑Matas, en su novela Extraña forma de vida, escribe sobre un escritor. Se levanta y prepara un artículo, que tiene tentación de copiar. Cocina, come, pasea, piensa… hasta que una carta alcanza el umbral de su casa, apenas en las primeras páginas de la novela. La carta, de la mujer que le dobla la espalda y la voluntad con sus idas y vueltas, dice:
“Insisto. Habría sido magnifico fugarnos, pero tú eres un cobarde, y prefieres quedarte con Carmina y el niño horrendo. Alla tú. Iré a tu conferencia porque así te lo prometí, pero en cuanto hayas terminado de marearnos a todos con lo de la estructura mítica del héroe, vaya rollo, créeme que desapareceré de tu vida como ya hice hace cinco años, y serán otros cinco o seis los que estarás sin verme, mi querido charlatán nocturno. Qué mal lo pasarás sin verme, todos tus días serán como hoy, como esta mañana: yo, por ejemplo, en la puerta de tu casa, y tú sin enterarte ni poder verme. Muy cerca el uno del otro, pero también más lejos imposible”.
Dos opciones tiene el escritor del que escribe Vila‑Matas, cerrar la puerta y vivir en su artículo, en su calma, en su cotidianidad. O abrir la puerta, salir a buscarla y desatar mil tempestades. No dudo de que saldrá a buscar en el frio. De otro modo, no habría novela.
***
Como tampoco habría diario si no estuviera pensado para compartirse, para que alguien más lo lea. Aunque sea tu yo del futuro. Si no, las entradas serian algo así: “Miércoles. Ya sabes cómo fue el día de hoy”.
30/03/2023
Xalapa es “la Atenas veracruzana”. Esta ciudad del interior del estado de Veracruz (la cruz verdadera) tiene librerías, bibliotecas y galerías de arte desbordantes. En el museo de antropología, las cabezas olmecas, de grandes proporciones, conviven con hachas, jaguares, y todo tipo de vestigios precolombinos. La “comedora de inmundicia” es la figura de una mujer con la boca manchada de negro. Llevaba a cabo una tarea entre el psicoanálisis y la confesión, de ahí el chapapote de sus labios.
Nuestra guía, una mujer de sesenta años y conocimientos milenarios, cuenta que una vez guio a Eduardo Galeano por estos pasillos. A las tres horas apenas habían recorrido un par de salas de las decenas que tiene el museo. Tres días dice que pasó haciendo el recorrido con el uruguayo de pluma bífida. También dice que fue la mejor visita que nunca ha hecho, que Galeano hacía preguntas certeras y elaboraba reflexiones dos veces interesantes. Después de esto, no me atreví a preguntar mucho.
Galeano, además de patrón de los márgenes, es el patrón de los calvos, con aquella frase certera trajo sosiego a los que tienen el cabello en peligro de extinción: “si el pelo fuera importante, estaría por dentro de la cabeza”.
31/03/2023
Viernes. Trabajo en la biblioteca. Esta noche salgo a comer pizza con una buena amiga. Tengo la misma ilusión que cuando salía hasta las seis de la mañana y volvía a casa haciendo eses, uves dobles y algún diptongo.
***
En Xalapa, “la Atenas veracruzana”, debe haber muchas tertulias hoy viernes. Me encantaría entrar como Unamuno entraba a los cafés de su época: “¿de qué se está debatiendo? que me opongo”. Una vez tuviese todos los ojos sobre mí, quedaría callado y me consolaría con eso de José Martí: “soy un hombre decente, tengo miedo”.
(Entre el miedo y la valentía, haciendo desequilibrios en la cuerda floja, la última semana di la opción de colaborar económicamente con El Viaje Interminable. Hace un año y medio que publico este diario y, bueno, ha habido gente al otro lado de la pantalla que ha decidido apoyarme. Cada mail abierto, cada comentario, cada euro que llega es un empujón (hacia un nuevo destino). Dije que solo lo haría en esa ocasión, pero, ya ven, cambié de opinión. Voy a dejar mi contacto aquí, en cada entrada, y quien tenga a bien colaborar, recibirá un audiocuento ‑leído por mí‑ y un abrazo intercontinental.
No se sientan traicionados los que me apoyaron la semana pasada, están avalados para cien viajes de El Viaje Interminable. Para todos los demás, “ante el vicio de pedir, esta la virtud de no dar”. No sean tan virtuosos.
Bizum: 628227804. Si me quieres hacer una transferencia o mandarme una botella de vino, escríbeme al mail: juanjo.hba@gmail.com)
Y lo que aprendo yo escribiendo!
Gracias, Chus!
¡Lo que aprende uno leyéndote, Juanjo! Abrazos y gracias.