26/07/2023
De la misma manera que el papel de aluminio se adapta a un bocadillo y lo envuelve con precisión aritmética, así quiero que me ajuste la vida: el dolor, la fatiga, la alegría y el éxtasis. Que las amarguras tengan la capacidad de mímesis, que no alteren el curso, que las buenas noticias se acuesten a mi lado sin provocar oleaje.
A la playa con un bocadillo. Entre pan y pan, la bajada a los locos, donde todos estamos un poco descabalgados.
"Una conversación es como tener un buen peloteo con alguien", dice Paul Auster en la página 103 de su novela El Palacio de la luna. Y pienso que hay gente que juega al frontón contigo sentado frente al muro. Fusilado en una conversación.
***
Según leo, en nuestra sociedad es de mal gusto pasar de temas menores a grandes preguntas o asuntos políticos. Cuando conoces a alguien debes quedarte en las orillas, no adentrarte en las oscuridades del océano y el espíritu. Si lo haces, serás visto como un maníaco, un poseso, un psicópata. Y tiene cierto sentido. Sin embargo, cuando ocurre lo contrario, cuando llevas años conociendo a alguien y solo habéis chapoteado con el agua por los tobillos, solo habéis transitado un par de temas de amor y gloria, las preguntas, los abismos, empiezan a ser imperativos.
¿Hasta cuándo podrás ser amigo o pareja o familia o compañero de trabajo de alguien del que no sabes si piensa en la muerte o si se asusta al mirar al cielo estrellado en verano o si palidece ante la idea del hambre o si cree necesaria la separación entre estado y mercado?
Estas dudas, o cualquier otra que se hunda en asuntos de esta índole, estas dudas tan irrelevantes como constituyentes, son andamiaje para el tiempo compartido.
27/07/2023
Cuando viví en Bruselas, ojeé un libro que hablaba de volver a casa: una serie de historias sobre cómo una chica enfrentaba su vuelta al sitio donde nació y se crio. Lo he buscado y lo busco con pertinaz insistencia. Pero no lo encuentro, ¿dónde estará ese libro que tiene las respuestas?
“Sigue tus obsesiones”, es el consejo que un autor, que no recuerdo, daba a quien quisiera escribir. Las tengo claras: ¿naturaleza o cultura? ¿qué nos conforma más? Ese binomio, ese puzle irresoluble, es la duda a la que más recurro. Segunda obsesión: ¿por qué me voy?, ¿por qué vuelvo?
Hago caso al autor desconocido y sigo mis obsesiones: la primera, me queda grande. Con la segunda me atrevo a ensayar: “si lo que quieres leer no está escrito, escríbelo tú”, decía otro autor de nombre olvidado. Lo que quiero leer está escrito, pero no lo encuentro, ergo, aquí va.
Para volver a casa primero uno tiene que haberse ido. Como cantaba Pity Álvarez, el rockero más excedido de Argentina (terminó preso por matar a su amigo y camello): “para odiar hay que querer, para destruir hay que hacer”. Para volver, entonces, tienes que haber salido. ¿Por qué te fuiste?
Podría ser sincero y no decir la verdad. Las frases se hiperbolizan sin quererlo. Mi realidad estaba en guerra. Mis sesos en revolución perpetua. Mis lazos deslazados. Mis caminos annegados. El camino más corto fue el más lejano. Al otro lado del océano no me alcanzaban los problemas terrenos. Me alcanzaban solo, y no es poco, los problemas que saben volar y nadar, una suerte de problemas pentatletas. También me alcanzaban los que llevo dentro, que no hay detector de metales aeroportuario que los detenga.
“Dijiste: iré a otra tierra, iré a otro mar, buscaré una ciudad mejor que esta. (…) No hallarás otras tierras ni otros mares. La ciudad irá contigo adonde vayas”. Kavafis.
Me lleve la ciudad, que sirve ahora como analogía, metida entre las costillas.
***
Me instalo en Madrid, en la ciudad de Kavafis, mientras urdo un plan a espaldas de mí mismo para salir de nuevo.
28/07/2023
“No hay noche tan oscura/ que no termine al alba”. Escritor keniata (que tampoco pude encontrar).
29/07/2023
Último sábado del curso. Nada que decir. Vacío, hueco, informe. Nos vemos en septiembre.
Descabalgado en la playa de los Locos. Cierto. Hasta los de Torrelavega,(sino los que más).Buen verano !!!
Muuuy bonito!