05/09/2022
Antes de entrar al salón de eventos donde sería la cena y la gala del premio Pasaporte Abierto 2022, en San Luis Potosí, México, entre mil y una fotos y ganas de sentarme, comer, beber y bailar, tuve que escuchar el currículum de varios tipos. Uno de ellos era la máxima autoridad del máximo organismo competente, editor del grupo editorial más grande de Pangea, jefe del jefe, capitán de los ejércitos del norte, heredero de Isildur, marido de una mujer asesinada, padre de un hijo asesinado, último de su estirpe, segundo de su nombre, guardián de la noche y un pesado de tomo y lomo.
Esquivando egos, entré al salón y busqué mi mesa, estaba vacía, me senté en la cabecera -la vanidad debe ser contagiosa: cubana, peruano, dominicana, mexicanos y mexicana completaron el rectángulo. “Soy Marcos y voy a estar a su servicio esta noche”, dijo el mesero en tono conciliador. Y empezó el baile de vasos, platos y agradecimientos, “gracias, Marcos. Gracias, Marcos”, repetí sin parar. Cada vez que me acordaba de la nominación daba un besito al mezcal. Mascullaba verduras, pollo, pan dulce y discursos inconexos. Si ganaba el premio quería agradecer, como buen nacido. Pero a quién, a cuántos. Madre y hermana por aguantarme; editor y revista por darme la oportunidad; organización y presidente por nominarme; jurado por leerme y votarme; Cali por acogerme; México por…
Empieza la gala y empiezan los premiados. Sigo dando besos al mezcal. Mi categoría no llega y en la mesa hablan de guacamayas, de fincas, de negocios. Marcos mantiene mi vaso lleno, los nervios naufragan, pero no se hunden.
Ahora sí, categoría “Originalidad”. El presentador hace un prolegómeno largo y pone a prueba mi sistema nervioso. Antes de darme cuenta estoy sonriendo y estrechando manos en el escenario. “Muchas gracias a la organización, a Miguel, que ha sido una maravilla. A todos ustedes, que llevo 24 horas aquí y ya, pues… me caen genial todos, estoy feliz. Quería agradecer a mucha gente en caso de que ganase, estaba pensando a quién agradecer (y hago giros con mi mano alrededor de la cabeza, como si fueran muchos), así que no voy a agradecer a nadie más… Bueno, a la ciudad de Cali que es la que me ha acogido, la que me ha permitido hacer este reportaje y he sido muy feliz allí. Y eso es todo. Yo quiero, como dicen en México, seguir siendo un pata perro. Y espero que este premio me impulse a seguir haciéndolo. Salud a todos. Buenas noches”.
07/09/2022
Ahora que escucho el discurso me da bastante vergüenza. No sé de dónde salieron esas palabras encadenadas. Ojalá alguien hubiese gritado “¡corten!”. La vida es una película de una sola toma.
08/09/2022
Me escriben por Instagram y me dicen que qué lindo diario, que le hago pensar en Cortázar o Benedetti, y la sonrisa que me saca es mayúscula. Agradezco las palabras.
Por la tarde, la misma tarde, escucho un podcast en el que comentan una escena de la película “El mismo amor, la misma lluvia”. A Ricardo Darín, un joven escritor, le dicen: “vos tenés algo de Cortázar”. Se ríe y contesta: “sí, un póster”.
09/09/2022
De mostrador en mostrador, la compañía Copa Airlines parece considerar a todos sus clientes una detestable molestia.
Me gusta viajar por la comida del avión. La peor comida, la que más me satisface.
10/09/2022
Ayer fueron 24 horas de viaje: siete horas de autobús desde San Luis hasta Ciudad de México, cuatro horas de espera en el aeropuerto, cuatro horas de vuelo a Ciudad de Panamá, cuatro horas de escala, una hora y media de vuelo a Cali, una hora a la terminal de autobús, dos horas a Santander de Quilichao.
Llevo una semana en México tomando mezcal y agua a partes iguales. “Te quedan 39 días”, dice el policía de migración en el aeropuerto de Cali. Y escucho la trompeta melancólica del mariachi, que apartada del resto: violines y guitarras, llama a sus compañeros desde la distancia. “Desde la Sierra morena, cielito lindo, vienen bajando… un par de ojitos negros, cielito lindo, de contrabando. Ay, ay, ay, ay, canta y no llores…”. No me quiero ir de Colombia, pero ahí está México. No me querré ir de México.
Desde hace 70.000 años que salimos de África, no hemos parado de movernos, de migrar, por qué habría de quedarme yo quieto. Hay un pueblo indígena en el norte de México, los Raramuri, que se hacen llamar “los de los pies ligeros”.
Enhorabuena Juanjo. No pares y sólo será el primero de los muchos premios y satisfacciones que irán llegando. Un abrazo.
Enhorabuena Juanjo.. Esto es solo el principio de todo lo bueno q estar x venir. Mucha suerte!!! 😘