23/02/2023
Leo que los tlaxcaltecas, el pueblo famoso en México por “traicionar” a los aztecas (¿cómo puedes traicionar a quien te hostiga?), llegaron a conquistar Filipinas con los españoles. Me consta que algún familiar lejano anduvo errabundo por los mares lejanos de Manila. Quizá coincidió con alguno de estos indígenas mexicanos. En un ejerció de ilusión determinista, atribuyo mi presencia en México a un destino escrito negro sobre blanco. Como mi antepasado exploraba y pudo conocer algunos mexicanos, veme aquí, explorando y conociendo algunos mexicanos.
Hace unos días mascullaba estos asuntos, cuando una amiga me mandó una frase de Clarice Lispector: “voy a crear lo que me sucedió”.
***
Recuerdo que mi padre me decía, cuando le aburría con mi aburrimiento, "si te aburres mira a la gente". Y nos veo sentados en unos bancos de una calle peatonal de Ceuta mirando a la gente, comentando sus movimientos, ritmos y apariencias. También nos recuerdo esperando en otras muchas calles peatonales. Mi madre y mi hermana siempre tenían interés en mirar una tienda más.
Uno de mis juegos favoritos en esos años de inocencia y curiosidad podría llamarse "¿quién es más rápido?". Ponía a competir perros: "¿el husky o el mastín?", y mi padre contestaba. ¿El pastor alemán o el podenco? y mi padre, que sabía tantísimo más que yo, casi siempre tenía una buena respuesta. Y digo una buena respuesta, que no una respuesta correcta.
Años después, descubrí en su biblioteca libros de literatura de viajes: Javier Reverte, Manu Leguineche, Alfonso Armada. Yo, que apenas empezaba a interesarme por el periodismo de viajes, tenía la suerte de tener a mano libros que narraban continentes lejanos. Esa biblioteca de mi padre ha sido como una larga conversación con él.
Con mi padre aprendí a mirar a la gente, a hacer preguntas casi absurdas y de difícil respuesta, y a buscar en los libros vientos de aventuras. Hasta que cumplí 16 años viví con él. Apenas quedan recuerdos. Dan ganas de creer que Dios existe para poder vernos al otro lado del río. Y mirar a la gente entre las nubes y comentar los movimientos, ritmos y apariencias de los ángeles, y hacer preguntas absurdas y de difícil respuesta (papá, ¿habrá vida después del cielo?). Y contarle que he hecho algunos de los viajes que aparecían en los libros de su biblioteca.
Cuando yo tenía trece y mi padre cuarenta y tantos nos apuntamos a clases de guitarra. Él quería aprender a tocar una canción, una sola canción. No duramos mucho, apenas pasamos de hacer punteos lentos y desatinados. Sin embargo, dieciocho años y muchos callos en mis dedos después, puedo tocar la canción que él soñaba tocar sin fallar un acorde, sin perder el ritmo, sin dificultad. La canción que motivó nuestras primeras lecciones musicales fue esa que dice: "¿Dónde estabas entonces, cuando tanto te necesité?"
En resumen: mirar a la gente, preguntas absurdas/periodismo, viajes, guitarra. No esperaba convertirme en manzana, pero sí, no caí lejos del árbol.
***
“Cualquier versión narrativa de una historia real es siempre una forma de ficción, ya que desde el instante en que se ordena el mundo con palabras se modifica la naturaleza del mundo”. Vila-Matas
Como dice la canción: palabras que no son nada, pero llegan al alma! Qué bonito🥹😘
Me alegra y me emociona a la vez que escribas sobre él ,muy buen legado te dejó,si viviera habría dejado el diente para irse contigo a recorrer el mundo ,recuerda cuando quería llevarnos a las calles europeas a tocar la guitarra y cantar ,yo pasaría la gorra !♥️