No me escribas más, Camila. No insistas en venir a las clases, ni siquiera te gusta bailar, ni la música, ni tienes el más mínimo ritmo. Si me río con tus mensajes es porque me das lástima, y procuro hacerte sentir un poco mejor con esos jajaja. Al principio me gustaste, mostrabas interés en lo que hacía, además tu acento es cariñoso, y escribes bonito, y tienes gracia, a veces, pocas. Pero yo estoy a otra, no me interesa tu melancolía de madrileña atormentada, acabo de salir de una relación y necesito más alegría, más flores y plantas y planes de noche, no necesito que te sientes a fumar en mi sillón y a leer compilaciones de los 100 poemas con los que colgarte de una viga. Tampoco quiero ir más a tu casa. Es un desastre. Tienes la despensa llena de latillas, y no te he visto comer otra cosa, salvo el día que preparaste pasta y la devoraste como una completa enferma, por qué comes así, en qué manada de lobos te criaste. Lo siento, Camila, pero no voy a escribirte más, y te pediría que tú tampoco lo hagas, y que dejes de lanzarme indirectas en tu blog, es bastante ridículo. Para que no te enteres por otro lado: he salido un par de veces con la chica que baila en el Merengue. No te puedo pedir que no vayas al bar, lo sé, pero así no te sorprenderás si nos cruzamos allí. Te hubiera dicho todo esto en persona, pero tienes 30 años y eres incapaz de tener una conversación, una seria, sin citar ni usar palabras de otros. No sé qué dijo Lacan ni Heidegger. Pero qué dices tú, Camila. Piensa por ti misma, eres insoportable.
Discusión sobre este post
Sin posts
por un lado quiero invitarla a tomar un café a Camila
Auch