Yo tenía pocos dedos para tanta piel. Y ella buscaba mi cuerpo y mis ideas, y mis miedos y bagatelas. Tiene cinco vestidos, la barriga al viento y dos pares de chanclas. Siempre lleva los pies y la sonrisa al aire. Vamos a hacer un viaje, de sus pies a sus caderas, de la selva hasta los Llanos.
Para que una historia tenga un final feliz no debe tener final. Así que salimos a pasear por las murallas, y ya cae el sol incontable y sistemático. En la sombra de los cocoteros se estrellan los cocos como eurekas estruendosos. Es cruel el vuelo de los pájaros, porque dice que no sabemos volar. Hay cosas crueles sin serlo, sin quererlo. No creo que nadie se levante por la mañana y quiera ser malo, mas la maldad encuentra cauce, lo encuentra en el error, digo. Le cuento todo esto a, llamémosla K., que camina conmigo con alegre lealtad. Y ella sonríe y juraría que me escucha. Si acabase aquí la historia sería un final feliz porque yo le gusto y ella me gusta. Y ella me escucha y yo le escucho. Creo que no hace falta más. Si te escucho, me enamoro. Si está linda la mar es porque ella me anima a mirarla. Si no pienso en las canas del tiempo es porque ella dice que estará cerca.
La nevera no se calla nunca, a su lado la cafetera es tan silente. No habla la silla con el taburete ni los miércoles pueden ser dibujados en tus pupilas. En diez minutos te vas y no sé qué decir hasta que vuelvas. Que vi un ahorcado con la soga anudada a los ojos, que no quedan cuellos donde atarse cuerdas, que son los ojos los cautivos.
Ahora que he empezado a hablarle a todo el mundo de ti, ahora que no hago otra cosa que hablar de ti. Cuando digo buenos días y hablo de ti. Cuando pregunto qué hora es y hablo de ti. Cuando entrevisto y hablo de ti. Cuando hablo de ti sin mesura ni filtro, al tipo que se sienta delante, a la tipa que se sienta al lado. En el autobús hablo de ti. “Sí, voy a verla”, le digo al primer despistado que me presta su oreja. Y deben ver en mis manos las ganas, en mis ganas tus ojos.
Yo, que tan cobarde he sido, estoy perdiendo el miedo. Mírame y dime que todo estará bien.
Tu poliviaje, tan bien descrito y documentado, se merece ese final feliz. Ya tocaba.
Total, el miedo nunca te lleva a un lugar mejor.