Si fuera mi última noche bebería, seguro que bebería hasta el amanecer. Antes organizaría algunos asuntos. Pediría perdón a muchas personas. Algunas ni se acordarían de mí. Algunas seguramente se sorprenderían de mis perdones. Qué alivio dejar la culpa en el suelo. Ahí no pesa. Iría a ver a mi familia, a reír con mi madre, a reír con mi hermana. Escribiría dos o tres cartas: y dejaría dicho lo indecible. Daría un beso lento en unos labios, en unos. Juntaría a unas decenas de amigos: los de aquí, los que conocí por el mundo. Y bailaríamos cumbia. Por unas horas no existiría la última noche. Luego me quedaría con dos o tres: si se puede llegar a conocer a alguien, son los que han estado más cerca. Les contaría mis recuerdos más vívidos, como si fuera una despedida: en los Andes, en Madrid, en un pueblo con olas. Quizá algunos poemas: “del niño que fui solo queda el nombre”, “empiezo a comprender las bienvenidas mejor que los adioses”, “vuelvo con la esperanza abrumadora y los fantasmas que llevé conmigo” “vuelvo, quiero creer que estoy volviendo, con mi peor y mejor historia, conozco este camino de memoria”. Y mezcal. Si fuera la última noche tomaría mezcal. No sé si alguna vez fui libre, pero si lo fui debió de ser en México, en las montañas del suroccidente. En verdad, no sé si me importa haberlo sido. Hace diez años me lo tatué: la palabra libertad. Qué boludo. Pocas cosas hay que se hagan una vez y perduren.
Al alba saldría a caminar, solo, a pensar los últimos pensamientos. Y posiblemente a agradecer el volcán de emociones que me han atormentado en estos últimos años. Puedo con ellas, ahora sí. Carajo, qué vivo estoy en esta última noche.
Pero vaya, no es la última noche de nada más que de un calendario. Y todo esto que me gustaría hacer hoy, ahora, armado de valor, tendré que ir haciéndolo de a poquito, a lo largo de los meses que vienen, de los años que vienen. Vaciar la culpa, besar a los que quiero, cantar con ellos, abrazarles, abrazarme, animarme a lo difícil.
No sé por qué pienso que puedo esperar a que llegue una última noche para ponerme al día con la vida.
Qué hermoso texto 🤍 la última frase me quedó resonando mucho, qué razón!
Que nunca sea la última noche. En todo caso, siempre la penúltima.
Me gustó leerte😃