Mi amor, dónde estás, mi amor
Sigo pensando en tu decisión. Sigo orgullosa de haberte puesto un camino de plata, una palabra amable para empujar tu sueño, pero qué duras se hacen estas horas entre el café y la muerte. No tengo ganas de vivir hasta los 80, siempre decías que querías morir a los 80, y yo ahora no tengo ganas de vivir sin ti tanto tiempo. Es una eternidad, me va a crecer musgo en los sobacos. No sé de qué sirvieron nuestras promesas. No sé por qué no te dije que te quedaras. No sé por qué no te dije que me iría contigo. Anoche estuve con tus amigos, que te quieren mucho más de lo que piensas. Les gustaría que algún día les escribas. A mí también. Sé que prometimos omertá, pero no soy de Sicilia, ni mafiosa, solo una enamorada que va a romper el silencio.
Hace 21 días que te fuiste y son muchos días de llanto. Se mezclan con la tos de estas gripes a destiempo, y soy una banda sonora de cine B. He llorado en todas las posiciones, lo he llamado el llantosutra y lo he practicado con todas mis visitas. Una amiga me ha dicho que no me soporta más. Otra que necesitamos salir. Mi madre dice que vuelva a su casa un par de meses. Mi psicóloga, que tres sesiones a la semana no tienen sentido. Y yo ya no sé cómo sacarte de mis sueños y vigilias. Cómo dejar de hablarle a todo el mundo de ti, de lo que queda de ti. Cómo sacarte de mi vida, a ti y a tu amabilidad y a tus ojos tristes y a tus brazos fuertes y a tus anécdotas encadenadas con referencias, citas y chistes malos, cómo saco tus ocurrencias de mi risa, nada me hace gracia, te llevaste mi risa, te llevaste los bastoncillos y la seda dental, yo nunca compro, no me preocupan tanto mis recovecos. Te llevaste las canciones, hace 21 días que no canto. Te llevaste mis ganas de escribir, de leer, de respirar. Cómo te pudiste llevar todo eso. Dónde lo llevabas. Aquí están mis libros, mis cuadernos, mis pulmones. Te llevaste mi voluntad de abrirlos. Yo creo que te podría esperar 21 días más, luego temo el colapso, el hundimiento de mis últimas resistencias, la caída de mi Constantinopla. Pasar un día triste detrás de otro se parece demasiado a un penal, no quiero cumplir más pena. 21 días parecen pocos, no para llorarlos. Me da tanto miedo que me olvides. Me da tanto miedo que se alargue esta temporada en el infierno. Que no termine, que no vuelvas. Tardes lo que tardes, vuelve. Sácame de este erial. No pongo mi bienestar en ti, pero era tan fácil estar bien en ti. No voy a enumerar tus virtudes, porque empieza a oscurecer y tendré que preparar algo de cenar. De no haberte conocido no tendría este llanto, pero tampoco tendría estos besos cincelados en mi cuello, volvería a pasar 21 días sin ti por un beso tuyo.
Fdo: Rosario, que te espera, Rosario
Ya conocemos un poco más de „nuestra“ Rosario, gracias!
Qué extraordinaria escritora esta Rosario. Felicítala de mi parte; dispuesto estoy a practicar (un rato) su 'llantosutra'.