Veterano del llanto
“Justo porque lo natural es que las zarzas desgarren la piel he procedido a atravesarlas”. William Carlos Williams
No sé lo desearía a nadie. Se lo desearía a todo el mundo. Al que quiera y pueda acostumbrarse al tañido del dolor. A la angustia de terciopelo que agarra el estómago, la parte de arriba del estómago, cerca del corazón, entre los pulmones; una angustia aterciopelada que vigila de cerca los órganos vitales. A cualquiera que quiera escuchar le diría que el camino se pone feo, treinta veces feo, un adefesio, incogible, monstruo es poco. Y que todo indica que no hay puerta de salida, que es un camino que vive en la categoría de lo eterno; que muere, mejor, ahí dentro nada vive. "He llorado tanto y he llorado tan adentro", dice un verso de una canción que escucho en la ducha y hoy me hace curvar al cielo las comisuras, sonreír, sí. Antes me duchaba para esconder las llanteras, que no era un taller mecánico, era mi punzante desespero, mi baño de lágrimas, dentro, tan adentro. Pensé que ese estado sería perpetuo. Y ahora que he salido lo miro con respeto, como miro al mar. Respeto a mi tristeza como respeto al mar, al abuelo mar. Aprendí de las rompientes y las mareas. Sé dónde cubre, dónde cubrirá, sé dónde no meterme. Sé que hay que dejarse llevar para salir de la corriente. Sé que las olas dan miedo al que no las conoce. Sé cómo esquivarlas, cómo aprovecharlas en favor. Sé que hay que mirar la bandera -cuando la hay-, que codifica como un semáforo. Sé que el mar es otro mundo, que puedo entrar y salir, pero sé que no soy de ahí. Que se me arrugan los dedos y se me reblandece el cuerpo. Sé que llevo caminando muchos años, que mis pies quieren la tierra, la quietud. Que una vez perdí un colgante entre las olas. Que me desgarré la piel contra las rocas. Junté mi sangre con el mar. Y en el mar, pues, dejé una parte de mí.
Qué bien escribes Juanjo 😘
Llegarán tiempos mejores . Y también valen terapias como releer "Descanso", de Gabriel Celaya.