Una prueba, en audio, del relato de hoy. Si no te gusta mi locución, espera, que apenas dura dos minutos, y después empieza una voz tanto mejor. Yo digo que te sorprende.
La llamada fue algo parecido a una conversación de respiraciones. Yo no decía nada. Ella no tenía nada que decir. Nuestras soledades se alejaban. Hice un par de intentos, torpes, balbuceos. Nada. Su silencio. Al descolgar me dijo que no iba a volver. Y nos callamos. Bien sabemos que cuando alguien dice que se va hace mucho que se fue. Me pregunto cuándo, cuándo tuvo claro que se iría. Me lo pregunto mientras mi cuerpo se acongoja contra la pared. Sujeto el móvil con la mano derecha junto al oído derecho, y derecho estaba cuando empezó la llamada. Ahora me resbalo. Me dejo caer en su silencio, en su ausencia. Me acuerdo de cuando nos llamábamos para hacernos reír, para contarnos el día, cuando ella viajaba. Me llamaba a las 9 pm si estábamos en el mismo huso horario, me escribía un mensaje a mis 9 pm si no lo estábamos. Los mensajes solían ser subrayados del libro que estaba leyendo: “no es la tarde lo que esperan los ojos tristes -cada vez me gusta más la poesía, aunque no la entienda”, me escribió el 23 de octubre del año pasado. “Y después llegó un frío silente, tenía que regresar - te gustaría mucho esta novelita de la guatemalteca que te hablé”, me escribió hace pocos meses, cuando cruzó el atlántico para el Congreso de la Palabra. Yo la esperaba tranquilo, ligero, acostumbrado a sus devenires. Cuando volvía todo era una fiesta, hoy dice que no va a volver. Ahora susurro a un teléfono, antes susurraba a su oído, ahora ella no escucha, antes se erizaba. Ya no hay nada que hacer.
Llevo un año escribiendo historias de amor, con alguna pausa, con algún relato de no ficción, con algunos diarios. Me gustaría compilarlas, y no escribirlas más. Qué categórico. Más bien: me gustaría editarlas y tenerlas en un librito chiquito y azul, azul como todas las lágrimas que he llorado mientras las escribía -si las lágrimas fueran azules. Y escribir sobre algo más. Sobre qué quiero escribir, esa es la pregunta para los próximos días.
Si tienes algo que decir, si algo de lo que digo te mueve, remueve, reremueve, molesta, asusta, incomoda, escríbeme. Aquí, en los comentarios, o respondiendo a este mail. Me gusta leer mails, y me gusta contestarlos. Ese sería mi oficio ideal: escribir mails.
Un abrazo de
Juanjo
sí total a la locución! solo bajaría un pelín -mínimo- la música mientras hablás, así no compite tanto. Buenísimo el final, lo que pensé al escucharte fue "me recuerda a Cortazar leyendo".
Genial como siempre, esperando ese libro azul 📘