Después de un año entre Bruselas y Ámsterdam, entre Bélgica y Países Bajos, y con la certeza de querer pasar en algún momento por Luxemburgo para completar el BENELUX – romántico de siglas yo-, y digo pasar, no quedarme, me encuentro en esta noche de enero dándome a mí mismo la garantía de no volver a estar tanto tiempo en el frío; podré pasar un verano en Rusia pero ningún invierno más en ningún sitio donde el invierno sea tan invierno: la tempestad, como la procesión, va por dentro, no la necesito fuera.
Share this post
El último invierno
Share this post
Después de un año entre Bruselas y Ámsterdam, entre Bélgica y Países Bajos, y con la certeza de querer pasar en algún momento por Luxemburgo para completar el BENELUX – romántico de siglas yo-, y digo pasar, no quedarme, me encuentro en esta noche de enero dándome a mí mismo la garantía de no volver a estar tanto tiempo en el frío; podré pasar un verano en Rusia pero ningún invierno más en ningún sitio donde el invierno sea tan invierno: la tempestad, como la procesión, va por dentro, no la necesito fuera.